Las múltiples lecturas de lo real. Entrevista

“Problematizar nuestras creencias es parte esencial del trabajo.”

Las múltiples lecturas de lo real. Entrevista a la escritora Mar Gómez Glez

Los Ángeles

Por Patricia Sagastizábal

12

Fotografía: Juan Carlos Lucas

Cuando entrevisté a Mar Gómez Glez me encontré con una escritora peculiar y original en su forma de concebir la ficción literaria.

Mar es una novelista y dramaturga madrileña que vive en Estados Unidos desde el año 2006. Es autora de los libros La edad ganada (2015), Cambio de sentido (2010) y Acebedario (2005). Sus obras han sido estrenadas en Almagro, Madrid, Nueva York (Off-Broadway y Off-Off Broadway), Newark y Los Ángeles, y algunas de ellas han sido publicadas, como Bajo el agua (2014), Cifras (2012) o Fuga mundi (2008). Entre los reconocimientos internacionales que ha obtenido su trabajo se encuentran: el Hot Desk de Center Stage (2015), el Premio Calderón de la Barca (2011), Premio Arte Joven Latina (2008) y Premio Beckett de teatro (2007). Es doctora por la Universidad de Nueva York, en la especialidad de misticismo. Actualmente enseña en la Universidad del Sur de California.

¿Qué es la creación literaria para vos?

Para mí la creación literaria es una forma de ampliar y dignificar la existencia.

¿Con qué problemas te encontrás al escribir en inglés? O, mejor dicho, ¿te podés expresar en ese idioma tal como lo hacés con tu idioma original?

Yo aprendí inglés ya de adulta y no me expreso de la misma manera que en castellano. Hasta el momento el inglés lo he utilizado principalmente para escribir teatro, porque el teatro es un género principalmente oral y después de tantos años viviendo y escuchando el inglés americano sentía la necesidad de escribir en este idioma. Además, trabajar en este idioma tiene para mí la ventaja de lo manifiesto. Muchas de sus expresiones y palabras carecen del sustrato genealógico que tienen para mí las palabras en castellano, lo que me permite escribir con ellas desde la extrañeza, porque mi relación con ellas parte de un grado cero. Además, el inglés tiene una flexibilidad semántica y gramatical que le dota de una gran precisión literaria y conceptual. Estos elementos me han influido también a ser más exacta en el uso de mi primer idioma y trasladar, si quieres, esa mirada inocente de extrañeza, a mi propia escritura en español. Quizá sin haber tenido que adquirir este segundo idioma de una forma tan consciente y siendo ya adulta, esta reflexión sobre el lenguaje no se me hubiese hecho tan evidente. Muchos autores en la historia de la literatura optaron por el cambio de idioma siendo ya adultos.

microfono

¿Por qué elegiste los Estados Unidos para cursar un doctorado y escribir tus obras de teatro y las novelas que publicaste?

Más bien Estados Unidos me escogió a mí. En el año 2004, Vassar College me invitó como Language Fellow, en principio no quería ir y de hecho en los primeros meses en el college, tuve una existencia bastante miserable y no me adapté bien. Vassar está en la rivera del río Hudson, a menos de dos horas de la ciudad de Nueva York. Pasaba muchos fines de semana allí y la ciudad me cautivó. Más que Estados Unidos en general yo quería vivir en Nueva York, cuando supe que la mayoría de universidades americanas pagaban por estudiar el doctorado me pareció una oportunidad única. Además, New York University estaba en aquel momento abriendo su programa de Maestría en Escritura Creativa en Español y me pareció que era el lugar adecuado para mí. Entonces no tenía ni idea de lo competitivo que era el sistema y sólo solicite el acceso al programa de NYU, francamente no sé qué hubiera hecho si no me hubiesen admitido.

¿Has llegado a pensar temas relacionados con tu entorno norteamericano o seguís pensando en “pintar tu aldea”?

Muchas de mis obras están total o parcialmente ambientadas en las dos ciudades de Norteamérica que más conozco, Nueva York (Wearing Lorca’s Bowtie, 39 Defaults, o La edad ganada) y Los Ángeles (Coldwater). “Mi aldea”, la aldea de cada uno, es algo muy particular. Yo llevo diez años fuera de España, me siento profundamente española y profundamente extranjera, y de hecho estoy cómoda en mi extranjería, y en el espacio deslocalizado desde donde creo. En realidad, descubrir y aceptar esta deslocalización ha sido un elemento esencial para el desarrollo de mi propia personalidad literaria. Trabajar desde el no-lugar me permite generar las coordenadas espacio-temporales que cada obra y cada personaje demanda, manteniendo a raya las interferencias del “Yo-aldeano”, que en mi forma particular de escritura me resulta.

¿Intentás un acto valorativo con cada obra de teatro o novela que trata casos reales? Dicho de otra forma, ¿tomás partido con el tema que elegís para decir lo que pensás sobre las burocracias y las tragedias repetidas del hombre y la historia de la humanidad?

Todo lo contrario, me interesan las situaciones que tienen múltiples lecturas. Además, pienso que problematizar las propias creencias es una parte esencial de nuestro trabajo. Tengo una relación muy problemática con los juicios morales, si no la tuviera, me dedicaría a otra cosa.

¿Contás los hechos reales porque te impactaron y querés que otros se acerquen a esas realidades?
¿Pretendés un público activo o pasivo?

Representacion

En la mayoría de mis obras hay diferentes mecanismos inscritos en el propio texto para que la audiencia participe de la obra. En Cifras por ejemplo, la aventura de los marinos se ve continuamente interrumpida por los políticos que utilizan un lenguaje sarcástico y están caricaturizados para destacar su extraño papel en los hechos. 39 Defaults es una obra escrita para que el espectador entre literalmente en el espacio en el que sucede la acción y al final de cada representación se invita al público a que tome una copa de vino y discuta con los actores y el equipo lo que acaba de ver. Los silencios de mi último libro La edad ganada, incluyendo la omisión del nombre del personaje de la protagonista, pretenden llamar la atención precisamente sobre la naturaleza del arte como conversación y no como monólogo.

¿Con qué fuentes contaste para escribir Cifras?

Cifras está inspirada en un hecho real, pero todos los personajes son ficticios, en algún momento pensé en entrevistar a los marineros e inmigrantes que habían participado en la noticia, pero pronto me di cuenta de que esa no era la historia que me interesaba contar. Aún así me documenté con prensa y jurisprudencia sobre el tema de la inmigración y las leyes del mar.

¿Qué es Cifras en cuanto a temática y sentido? ¿Por qué el cocinero es un personaje relevante en la trama?

Es una obra sobre los problemas básicos del ser humano, el alimento y el territorio, y cómo se gestionan en la sociedad en que vivimos. El cocinero cumple casi la función del coro trágico, ayuda a reflexionar sobre lo que está en juego con cada pequeña decisión. Es el personaje más consciente de la realidad que se vive porque es el personaje en contacto con el alimento, que es por un lado algo completamente esencial para seguir existiendo y por el otro, algo que pertenece al universo del trabajo humano, al transformarlo en distintos platos al cocinarlo. Es el personaje que con mayor claridad sale de la ideología para desmenuzar la existencia en su más acuciante característica.

En Cifras elegiste no darles voz a los inmigrantes. ¿Fue porque el silencio dice más que las palabras o porque se te hacía difícil poder crear personajes que no fueran estereotipos de inmigrantes?

Sí, fue un tema al que le di muchísimas vueltas. Por un lado, cuando escribí la obra sentí que efectivamente me resultaría muy difícil crear estos personajes de una forma no estereotipada. Yo escribí mi tesis de maestría sobre las imágenes de las mujeres presentacion2inmigrantes en el cine y teatro español de finales de los noventa y principios del milenio y en la mayoría de las ocasiones, y me consta, que con la mejor de las intenciones, las imágenes de estas mujeres eran terriblemente paternalistas. No quise caer en este error, y preferí respetar su voz. La historia de estas personas es una historia fundamental, que merece la pena ser contada, pero no es la historia que yo debo contar. Por otro lado, quise que con el silencio de los inmigrantes el público también se identificase con ellos en su impotencia respecto a su propio destino, igual que el público está en cierta manera a merced de los intérpretes en el teatro. Me encantaría que esta obra se representase en un barco con una audiencia de 51 personas que no supiesen bien dónde colocarse en un espacio tan limitado.

En 39 Defaults contás un hecho real en donde es determinante la acción de un militante. ¿Es necesaria la militancia para despertar la conciencia dormida de una sociedad entera?

Bueno, no creo que esta obra pretenda informar a los espectadores de lo que son la mayoría de instituciones financieras, me parece que lo sabemos muy bien. No es la falta de información lo que hace que nuestros comportamientos no cambien. La acción es mucho más compleja y reticente que el aprendizaje. En cuanto a si es o no necesario el delito o la violencia contra la norma, porque en el caso del que se habla en 39 Defaults no hay otro tipo de violencia, creo que sí, que cuando la norma no es legítima no tiene por qué obedecerse. Para mí los dos personajes en 39 Defaults son héroes, precisamente porque son capaces de desobedecer una norma en la que no creen a pesar de que esto les margine socialmente.

¿En cada puesta en escena de esta obra, intervenís el texto con lo que te aportan los actores o es un texto que permanece igual a través de las representaciones?

Cambio el texto cada vez que se representa, pero no tanto por lo que aportan los actores sino porque 39 Defaults se alimenta de su actualidad tanto de tiempo como de lugar, y desde que se estrenó en 2011 hay muchas cosas que han pasado que requieren ser continuamente revisadas. Esta flexibilidad forma parte de la naturaleza de esta obra y seguiré haciéndolo siempre que sea posible.

En 2011 estrenás tu primera obra en Nueva York, Wearing Lorca’s Bowtie en el teatro The Duke del Off-Broadway. Firmás el texto con la dramaturga holandesa Judith Goudsmit y la historia con el director teatral estadounidense Josh Hecht. Contanos cómo fue esa experiencia de trabajar juntos y de qué se trata la obra.

Pues la verdad es que yo ya había co-escrito algunas obras. Mi primer trabajo profesional en el teatro, en el año 2003 fue precisamente la co-escritura de una obra infantil La mar salada. Esta era una obra muy especial, partiendo del libro de poemas lorquiano, Un poeta en Nueva York, creamos un espectáculo multiplidisciplinar. Tratábamos de evocar los mismos sentimientos del poemario de Lorca a través de diferentes escenas que fueron surgiendo en un proceso de varios meses en donde se unió la escritura teatral con la improvisación y el devised theater. Aprendí muchísimo en este proceso y además hice grandes amigos, pero fue un trabajo arduo, estamos hablando de veinte artistas en escena.

En La edad ganada, ¿quisiste mostrar que el niño crece con costumbres, creencias y modales impuestos que debe aprender para hacer su ingreso a la sociabilidad?

Sí, creo que esa es una buena lectura de la obra, pero no la única, ya dije en otra ocasión que pienso que vivimos inevitablemente envueltos en cierta violencia social de la que no podemos escapar, pero a la que nos podemos enfrentar. No creo que el escapismo sea una buena respuesta a nada. En el libro hay un cambio de estrategia, de la resistencia a la creación. La edad, al fin y al cabo, se va ganando.

¿Por qué elegiste anular la marcación del nombre y la especificación de cuál de los personajes que se presentan es la protagonista en cada relato de la novela?

La protagonista está construida por palabras, aunque su esencia no quede definida por estas sino por los silencios. Los silencios suelen jugar el papel de resistencia. El de su nombre es el más evidente de todos ellos. El nombre que no se menciona, así como las edades que se obvian en la aventura de la protagonista o las propias omisiones de informaciones clave en cada relato no están vacíos, y es a la mente lectora a quien corresponde sentir el silencio. Un sentimiento que a veces se traducirá en información o en palabras y a veces no, como cuando miramos a las nubes y podemos identificar una forma o varias, e incluso la mutación de éstas en un corto espacio de tiempo. La tensión entre lo individual y lo colectivo tiene que ver con esto, lo individual tiene el impulso de escapar del molde de la definición mientras que lo colectivo, en donde también se va integrando la protagonista, demanda esta definición, a medida que el personaje asume y entiende la artificialidad y maleabilidad del lenguaje (lo colectivo) va ganando mayor autonomía hasta llegar al último relato en donde ella misma se convierte en maestra de su propia realidad y no solo de su silencio.

 ¿Qué tipo de novela es La edad ganada? ¿A qué género pertenece o no pertenece a ninguno y es un estilo vanguardista de contar una historia?

Tardé mucho tiempo en darme cuenta de que tenía un libro, unos cuatro años desde que empecé este texto. En esos años yo estaba trabajando especialmente en teatro y mi producción de textos de prosa iba lenta. Los relatos salían en español y en su traducción al inglés en diferentes revistas. Fue en el 2012 cuando diseñé la estructura de La edad ganada. No entraron todos los relatos escritos a lo largo de esos años y también tuve que escribir otros hasta ajustar la coherencia interna de la obra, que por cierto, yo empecé presentando a las editoriales como conjunto de relatos y no novela. Fueron dos de sus primeros lectores, Luis Mateo Díez y Constantino Bértolo, quienes me convencieron de que no se trataba de un conjunto de relatos sino de otra cosa, tal vez, llamarla novela u otra cosa, tampoco sea tan importante.

En La edad ganada, ¿te interesa reflexionar sobre el uso de las palabras como modo de comunicación? ¿O querés demostrar que con tan solo palabras uno no llega a entender al otro y su mundo propio?

La verdad es que en este trabajo he tenido mucho cuidado con el uso de los silencios y las emisiones y es en estos momentos en donde podemos sentirnos más cerca de los personajes. Efectivamente no creo que el lenguaje solo sirva para entendernos, ni a los demás ni a nosotros mismos, de hecho, no creo que podamos conocernos completamente, y es fundamental reconocer que siempre permaneceremos en un misterio. Esta es la única forma en la que podremos establecer una nueva forma de relacionarnos que no se base en el juicio, sino en el reconocimiento de nuestra opacidad inabarcable.

Hay momentos en que utilizás la primera persona del plural y describís la escena, los objetos y lo demás como si fuera una indicación teatral. ¿Por qué elegiste ese modo de presentación de ese relato en particular?

El uso de las distintas personas me servía como una especie de freno al impulso de la escritura autobiográfica, que en muchas ocasiones está basado en una forma de entender el ego y la identidad como algo sustancial al individuo que me resulta problemático. Concretamente en este relato era necesario que nos alejáramos de la palabra para dejar a ésta generar la imagen dramática que este episodio requería.

¿Cómo es vivir y crear viviendo entre España y los Estados Unidos?

Como te decía antes me siento cómoda en la extranjería. Además, estar entre-tierras es parte de la naturaleza de nuestro tiempo. De hecho, la estúpida obsesión de nuestro momento por los muros no hace más que reflejar la precariedad de las fronteras.

 

http://letraurbana.com/articulos/las-multiples-lecturas-de-lo-real-entrevista-a-la-escritora-mar-gomez-glez/

Deja una respuesta