Fuga mundi en Culturamas y Diario Crítico

‘Fuga mundi’: texto, contexto y pretexto

Por José-Miguel Vila

Juan Pastor, creo yo, es uno de esos nombres de la escena española que no ha tenido la fama y el honor que merece. Su última puesta en escena, ‘Fuga mundi’ -un hermosísimo e inteligentísimo texto de Mar Gómez Glez-, es merecedor de todos los laureles que, periódicamente, se reparten entre los profesionales del teatro y, por ahora, solo va a tener el amargo honor de ser el montaje que cierre-¡quiera Dios que sea solo por ahora…!- ese centro de la liturgia teatral de los tres últimos lustros de la escena madrileña, La Guindalera, que, Dios mediante, echará el cierre como sala el próximo día 17 de julio, último día que se levantará este montaje en ese espacio.

Dignísimo colofón a la historia de La Guindalera esta ‘Fuga mundi’, una historia llena de aciertos, de montajes cuidadísimos y llenos de infinitos detalles en todas las puestas en escena que marcan la diferencia entre el arte que La Guindalera rebosa por todos sus poros, y la artesanía (muchas veces, incluso, industrial),que sobreabunda en este tiempo, también en el mundo del teatro.

La trama de ‘Fuga mundi’ cuenta la historia de una imaginera religiosa perseguida por la Inquisición y encerrada en un convento por haber tallado una Virgen inspirada en el rostro de una hereje, a principios del siglo XVII, recién promulgado el edicto de expulsión de los moriscos de España en 1609 (“Me he pasado la vida buscando a Dios con la madera”, dice Juana).

El texto de Mar Gómez Glez, premio Beckett 2007, muestra tener un gran conocimiento de aquella y de esta época porque, aunque parezca otra cosa, todos los temas abordados en esta pieza son de absoluta actualidad: un grupo de españoles fueron expulsados entonces de la península por razones políticas y religiosas; ahora, son legión los refugiados políticos que llaman a las puertas de Europa; también, el amor entre mujeres no es mirado de modo muy distinto cuatro siglos después ; y otro tanto le sucede a ese permanente afán de poder establecido por meter las narices en todo asunto, o la presión que tiene que soportar la mujer profesional en cualquier sector, que tiene muchísimo que ver con el temor del varón a ser sustituido por alguien tanto o más preparado que él y que, además, tiene la osadía de ponerse falda de vez en cuando…

María Pastor construye de forma sublime, magnífica, a Juana de la Vega(impetuosa, rebelde, inteligente, indómita, e irónica), una imaginera a quien laMarquesa de Santa Cruz (María Álvarez) ha encargado una talla de madera destinada a la capilla del monasterio que rige la hermana Sor Paula (Chusa Barbero), antigua amiga de Juana con quien parece haber tenido algo más que una mera amistad… La marquesa recluye a Juana en el convento con la doble intención de proteger su “pureza de sangre” de las sospechas de la Inquisición y, de paso, para que Juana rehaga la talla de encargo porque, al parecer, la cara de la Virgen tiene un sospechoso parecido con una joven morisca. Y, por ‘último, la cuarta mujer en escena es Clara,(Anaïs Bleda) una joven novicia a quien la abadesa ha puesto para ayudar a Juana a terminar cuanto antes su trabajo pero cuya permanente ocultación del rostro ante la escultora, dificulta a esta su trabajo hasta llegar a enfurecerla y obsesionarla.

María Pastor, Chusa Barbero, María Álvarez y Anaïs Bleda, dirigidas meticulosamente por Juan pastor conforman cuatro espléndidos personajes, creíbles, humanos, cuya fuerza personal traspasa con mucho hasta el patio de butacas y levantan una función de poco más de hora y media memorable. Es una verdadera delicia ver en escena la sensualidad, arrolladora, con toda la fuerza de una joven que ama la libertad y de pronto se ve encerrada, de Juana, la aparente seguridad de Sor Paula, la altivez y la rigidez grotesca de la Marquesa, y la inocencia y el candor de Clara, que luego se transforman en reveladoras circunstancias encubridoras de su auténtica personalidad (“Yo no soy yo, soy mi imagen”, dice Clara a Juana, y esta dice a aquella que “El poder de las expresiones es mucho mayor que el de cualquier palabra”).

La escenografía y la ambientación, que firma Teresa ValentínGamazo, son cuidadísimas y transportan al espectador al interior de un convento del siglo XVII: una cama y un arcón a la izquierda (la habitación de Juana); la sala del convento con una mesa y dos sillas, a la derecha, y, al fondo, una cortina corrida, que representa el taller de la escultora. Todo ello primorosamente iluminado por Sergio Balsera, y envuelto en la magia de un espacio sonoro perfecto (las campanas del convento, los cánticos de las novicias, entremezclado a veces con las declamaciones de los actores que utilizan el patio de las monjas para ayudar a estas al sustento, y que, en una graciosa escena, confunden a la Marquesa de Santa Cruz…). Todo el equipo artístico y técnico de Guindalera merecen un 10 por este precioso montaje que el público de Madrid no debiera perderse. Con él, cierra Guindalera: ¡Viva Guindalera!

 

Publicado originalmente en: http://www.diariocritico.com/teatro/fuga-mundi-critica

Juana de la Vega o la escultora de su fama

Por Beatriz Cobo

Gracias a ese don que tiene Juan Pastor para descubrirnos obras y sacarlas, como por arte de magia, de un joyero de textos preciosos que parecieran estar esperando a ser elegidos para convertirse en el nuevo ‘gusto teatral’ de su sala, late en Guindalera Fuga Mundi, la historia de una imaginera religiosa perseguida por la Inquisición y encerrada en un convento por haber tallado una Virgen inspirada en el rostro de una hereje, con el edicto de expulsión de los moriscos de la España de 1609 hilando la trama.

FUGA MUNDI 37 - Foto de Susana Martín - med

En un momento en que la mayoría de los textos teatrales contemporáneos que llegan a estrenarse suelen tratar insistentemente sobre la crisis, la actual situación político-económica, la precariedad laboral…; cuando empieza a cansar ver propuestas experimentales a menudo carentes de sentido y comprensibilidad —a veces con el único fin de posicionarse en el candelero del moderneo mediático—, lo novedoso es que haya quien, como Mar Gómez Glez, joven autora madrileña premiada por esta pieza con el Beckett en 2007, escriba una historia ambientada en el siglo XVII, con un desarrollo narrativo clásico, y se lance a adoptar los temas, formas y convenciones propios de nuestro teatro barroco, orbitando la acción principal en torno al símbolo de la mujer velada.

De acuerdo en que un teatro comprometido con la sociedad en la que nace debe hablar de los asuntos que le atañen, pero hay otras maneras de hacerlo; en este caso, llevar la ficción al siglo de Oro para tratar temas que nos resultan cercanos se revela original y sorprendente. Y no falta precisamente la mirada contemporánea en la propuesta: el actual drama de los refugiados está implícito de modo sutil en toda la función. Y hay una historia de amor entre mujeres que enlaza vivamente con esta época en que sigue siendo necesario celebrar unas fiestas del orgullo gay para reivindicar que hay otras formas de querer. Además, los baches con los que se encontraban las mujeres profesionales en el Siglo de Oro de nuestras artes conectan directamente con las dificultades de hoy…

foto Fuga Mundi EVA PARIS

La protagonista, Juana de la Vega (interpretada por María Pastor con impetuosidad, desgarro y una agradecida ironía), es una vehemente escultora a la que protegen la marquesa de Santa Cruz (María Álvarez, grotesca y cómica servidora del poder) y la hermana sor Paula (Chusa Barbero, precisa y absolutamente creíble), antigua amiga y responsable del convento en el que la artista deberá redimir su pecado esculpiendo una figura mariana pura (la Virgen del Velo), y con quien se va adivinando un vínculo más que fraterno.

pancarta-moriscosHabituada a ver el mundo a través de sus manos, Juana necesita tocar,  fundirse con la materia que talla, mirarse a sí misma de dentro afuera a través de su modelo en una suerte de comunión mística; la sospecha de la piel desnuda bajo la túnica dotan al personaje de un erotismo arrebatador. Y sí: amor lésbico intramuros, entre santos, rezos y velos monjiles, pero tratado sin irreverencia, con la naturalidad equilibrada de quien no puede sino aceptar la certeza de sus pasiones.

Otros interesantes conflictos se van desgranando según avanza la acción: el servilismo que impone el mecenazgo, la dependencia económica de los artistas frente a la autenticidad y libertad creativas, la amistad traicionada, lo ridículo del fanatismo de las creencias, la ocultación de la identidad para asegurar la supervivencia. Clara, la enigmática novicia que ayuda a Juana en el taller (a la que Anaïs Bleda dota de una tierna ingenuidad), acabará descubriéndonos el secreto de la relación de la artista con su obra:

Yo no soy yo, soy mi imagen.

Resulta evidente la influencia de Santa Teresa de Jesús (especialidad con la que Mar Gómez Glez se doctoró), tanto en la poética, como en la configuración de los personajes y los temas, así como de sor Juana Inés de la Cruz.

Recientemente se publicaba en prensa que sólo el 23% de las obras teatrales que se representan en España están escritas por mujeres. Este estreno mundial de Guindalera viene a romper las estadísticas, apostando por un montaje integrado por un equipo de mujeres entregadas, en el que destaca la pasión desbordante de cuatro actrices privilegiadas que se vuelcan en cuatro personajes femeninos con cuerpo, hondura, y calado, cada cual con una función dramática perfectamente definida.

Hay buen ritmo y limpieza en la puesta en escena. Juan Pastor vuelve a acertar con un tratamiento de época sin ambages dentro de una estilizada sencillez. El afán por cuidar las texturas en los detalles y elementos formales aún se podría depurar más. El aparentemente simple recurso de la cortina, que ora tapa, insinúa, o desvela, contribuye a crear suspense y genera imágenes fantasmales que funcionan muy bien. Las voces en off con referencias cervantinas, son oportunas guindas en este año de efeméride. En concreto, la divertida escena de equívocos con la marquesa como víctima creyendo oír ecos masculinos (una representación de El Retablo de las Maravillas colándose por las rendijas del convento) no puede estar mejor traída.

El gran poder de evocación del texto, su tono poético, la energía vibrante que trasluce, y la indudable teatralidad, confortarán a los amantes de las buenas historias. Hermosa e intimista función que dan ganas de volver a ver y que presumiblemente seguirá creciendo y brille más así que rueden los días.

Fuga Mundi: huyan del mundo y fúguense a verla, antes de que la Guindalera, después de años de resistencia, cierre definitivamente como sala de exhibición el próximo 17 de julio, según anunciaba estos días con tristeza —pero también con honesto orgullo— su promotor, Juan Pastor (El adiós al Teatro Guindalera).

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‘Fuga Mundi’

Texto: Mar Gómez Glez

Dirección y Espacio escénico: Juan Pastor

Intérpretes: María Pastor, Chusa Barbero, María Álvarez y Anaïs Bleda

Voces en off, Edictos: Raúl Fernández, José Bustos y Juan Pastor

Voces en off, Cómicos: Aurora Herrero, Susana Hernáiz, David Huertas yÁlvaro Subiés

Espacio sonoro: Marisa Moro y José Bustos

Escultura: Martín-Munuera

Sastrería: Naldi Fernández

Adjunto a la dirección: David Huertas

Ayudante de dirección: Carmen Vélez

Fotografía: Susana Martín y Eva París

Teatro Guindalera, Madrid

Jueves a domingos hasta el 17 de julio de 2016

Publicado originalmente en: http://www.culturamas.es/blog/2016/07/02/fuga-mundi-en-teatro-guindalera-juana-de-la-vega-o-la-escultora-de-su-fama/

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